El alcohol y el running

Que la dieta representa el ingrediente fundamental para el perfecto runner es algo que ya sabemos.
Pero, además de corredores no debemos olvidar que somos seres humanos y, como tales, trabajamos, salimos a cenar con los amigos, o tomamos aperitivos de vez en cuando.

Que el alcohol hace daño se sabe, y sabemos también que la mejor opción es no consumirlo. Sin embargo, para evitar pasar como “insociables” y cambiar nuestros hábitos, podemos optar por empezar cambiándolos a unos más saludables, tomando analcohólico o, a lo sumo, un buen vaso de vino, que a su vez contiene también flavonoides. Los flavonoides, lo recordamos, tienen interesantes efectos sobre la salud porque son antioxidantes y previenen la formación de radicales libres.

Es recomendable beber mientras se come y, siempre lejos de los entrenamientos.

El alcohol afecta negativamente sobre la coordinación y dilata los tiempos de respuesta muscular, Además impide quemar calorías y grasas, porque el hígado está muy ocupado en deshacerse de lo que no le hace falta.

El alcohol es también un vasodilatador periférico y crea por ello problemas a la termorregulación llevando a malas consecuencias como: aumentos del latido cardíaco, sudoración excesiva , dolor de estómago, retortijones, falta de fuerza, menos resistencia…

El alcohol provoca en general la deshidratación del cuerpo.

Después del entrenamiento no es oportuno beber tampoco, una buenísima y fresca cerveza, porque el alcohol frena la capacidad del físico de normalizar los valores de glucógeno.

En definitiva, el alcohol y el running no son ciertamente un buen binomio. Si no se puede o no se quiere renunciar al aperitivo o al vaso de vino es mejor, al menos, tomarlos siempre lejos de los entrenamientos, de vez en cuando, y siempre siempre con criterio.

#keeprunning